Hoy amanecemos tranquilas, aunque la ruidosa carretera nos ha hecho despertarnos algo más pronto. Desayunamos y nos damos otro paseo por el lago antes de irnos a visitar Gengenbach, catalogado como uno de los pueblos más hermosos de Selva Negra.
La verdad es que no nos defrauda… Es un pueblo precioso, muy amplio y con un centro histórico luminoso y alegre. Aparcamos muy cerquita del centro por dos euros dos horas y nos damos un buen paseo por toda la almendra central, visitando sus torres defensivas, su iglesia de Santa María con un bonito jardín botánico y las famosas calles del cielo y el infierno, que son la imagen típica de esta ciudad, con sus bodegas inferiores, sus fachadas de madera y sus cuidadas flores. Muy chulo. Disfrutamos mucho del paseo en tranquilidad y con pocos turistas.
Hemos decidido subir hacia el norte para seguir una ruta más o menos lógica de norte a sur, así que cogemos dirección al lago Mummelsee, pero paramos en las cascadas de Allerheligen que se pueden visitar en una cómoda caminata con muchas escaleras. Si sigues las cascadas llegas hasta las ruinas del Monasterio de Allerheligen, que conservan todavía su alta torre. Todo está muy preparado para el turismo, los caminos muy bien acondicionados y muchas señalizaciones, es una pena que todo, absolutamente TODO esté en alemán… oye, poco considerados con los extranjeros me parecen!
Por fin damos con un sitio más o menos tranquilo para pasar la noche. Es el parking de una zona de ciclocross que tienen montada en medio del monte. Es un parking pequeñito en el que pronto nos quedamos solas y disfrutamos de la harmonía del frondoso bosque que nos rodea.
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