Por la mañana el entorno idílico pierde un poco de encanto porque a las seis nos despierta un tractor sulfatando las cepas alrededor nuestro y ya perdemos el sueño. Pero no importa, hace un día espléndido y no nos lo van a estropear ni el ambiente con olor a sulfato ni los chicos de la motosierra que se empeñan en talar de manera temprana unos árboles al lado de nuestra acampada… Desayunamos como reinas y nos vamos a dar un paseo por los viñedos y bosques de alrededor. Agradable paseo de dos horitas en el que disfrutamos del increíble paisaje. Hay en esta zona muy buenas rutas para bicicleta sin grandes cuestas y de hecho una gran cantidad de ciclistas las usan!
Cogemos la furgo y nos vamos al pueblo cercano de Hunawirh que tiene una bonita iglesia fortificada. Nos gusta especialmente su cementerio.
Desde este pueblo se veían dos castillos en lo alto e intentamos acceder a ellos con coche sin mucho éxito, así que decidimos ir en busca de nuestro siguiente destino, el Castillo de Haut-Koenigsbourgh (de nombre impronunciable). Hemos leído que es un sitio turístico, pero no pensábamos que tanto!! Cientos de coches coronan la entrada y a nosotras estas masificaciones… como que nos echan para atrás… así que decidimos darle la vuelta al castillo con el coche, parar un segundo para ver las vistas y largarnos… seguramente será muy chulo, pero nosotras disfrutamos más de pequeños lugares naturales descubiertos por nosotras mismas que de grandes monumentos en los que tienes que hacer largas colas para verlos…
En Gengenbach tardamos un poco en encontrar una ubicación adecuada para la Rotxeta y al final acabamos a la orilla de un lago en un bonito lugar, pero demasiado cercano a la carretera y, por lo tanto, muy ruidoso. Organizamos la ruta que haremos a partir de ahora, cenamos y nos damos un agradable paseo nocturno alrededor del lago.
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