Tras agradable conversación con nuestros vecinos alemanes que, casualmente, tenían un amigo viviendo en Zaragoza, salimos tranquilamente del camping pijo, ya con mucho calor para estar en Dolomitas… era un presagio de la que se nos venía encima!
Ayer decidimos que como teníamos que bajar hacia el Mediterráneo para emprender camino a casa, lo haríamos desde la Spezia, en la costa de Liguria, Italia, que teníamos ganas de conocer, aunque fuera someramente. Así que en esa dirección encaminamos el GPS dispuestas a disfrutar de nuestros últimos días de vacaciones!!
Según bajábamos de altitud el termómetro subía de temperatura… llegamos a la zona de la Spezia hacia las 16h y cuando asomamos el morro a la calle, casi caímos de culo… 38 grados con una elevada humedad ambiental son difíciles de aguantar, pero más cuando vienes de pasar unas vacaciones la mar de “fresquitas”…
Os contaremos que después de más de 400 km por autopistas italianas (que son muy caras), nos pasó una cosa muy curiosa… al salir, nos confundimos y nos metimos en una salida que solo admitía telepark. No sé por qué las tienen separadas del resto!! El caso es que no había escapatoria… era imposible pasar y también ir para atrás hacia la autopista de nuevo! Así que me bajé a ver si había un interfono y lo pulsé para preguntar. De repente me chilla Gemma desde la furgo que la barrera se ha abierto … yo voy a mirar y oigo que alguien llama desde el interfono, pero por mucho que me esfuerzo no consigo contactar con nadie. Así que viendo la barrera abierta y la ausencia de respuesta en el interfono, pasamos con mucho reparo y con la sensación de que alguien nos estaba grabando con una cámara oculta… Si no nos llega ningún recibito a casa, nos habremos ahorrado como 40 euros en peajes gracias a un inocente error...
Para dormir encontramos en el park4night un “arbolito” de los nuestros, cerquita de uno de los pueblos de las Cinque Torre que queríamos visitar: Vernazza, así que allí nos dirigimos. La carretera que nos llevaba al lugar se estrechaba por momentos y nos mostraba una zona costera muy montañosa, con un monte de tipo Mediterráneo, pero muy cerrado y con multitud de pequeñas viviendas en no muy buenas condiciones, que parecías viviendas de labriegos. De vez en cuando, esa pequeña carretera se asomaba al mar, mostrando unos altos acantilados que impactaban!
Cuando por fin dimos con el lugar en cuestión, estaba ocupado ya por 3 furgonetas, así que nuestro gozo en un pozo! De modo que nos fuimos en busca del siguiente “arbolito” del Park4night. Esta vez el enclave era menos idílico, pero estábamos solas (de momento). Después de darle varias vueltas a cómo colocar la furgo, ya nos organizamos para bajar andando al pueblo de Vernazza. Para entonces eran ya las 5 de la tarde y caía un sol de justicia. Habíamos leído que costaba una media hora bajar y alrededor de una hora subir desde este aparcamiento al pueblo. Delante del aparcamiento vimos unas escaleras que entendimos llevarían al pueblo, pero nos equivocamos, llevaban a una casa particular… después de tener que subir esas escaleras de nuevo y sudando como auténticas tocinas, decidimos que no estaba el día para andar y que probaríamos a bajar “un poco más” con la furgo hacia el pueblo y que si acaso luego ya subiríamos a dormir ahí....
Los angelitos de la guarda, como de costumbre, estuvieron de nuestro lado, y encontramos el único sitio para aparcar que había cerca del pueblo. Bien!
Vernazza es el más pequeños de los 3 pueblos que vimos en las Cinque Torre. El PN de las Cinque Torre, lo componen 5 pueblos: Monterosso di mare, Vernazza, Manarola, Corniglia y Riomaggiore. Todos ellos pequeñas aldeas con casas de colores colgadas en acantilados frente al mar. Fueron declarados hace ya unos años Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Nosotras pudimos visitar Vernazza, Corniglia y Manarola.
Como la carretera que los une por los antos acantilados es infernal y hay muy poquito sitio para aparcar en cada pueblo, hace ya muchos años que construyeron una vía de ferrocarril que une todos ellos y que pasa con muchísima frecuencia. Lo que hace la mayor parte de la gente, y lo más recomendable, es acceder a uno de los pueblos, generalmente Monterosso, por otros medios de transporte y luego moverse entre ellos con el tren. Nosotras, claro está, no lo hicimos así y sufrimos las consecuencias…
Esa noche visitamos la pequeña aldea de Vernazza, que estaba colapsada de gente… qué locura!! Es muy bonita porque, aunque parezca increíble, todavía conserva el aire propio de un pueblo pesquero, con la ropa tendida en los balcones, los destartalados vehículos aparcados en la entrada, las barcas, las casas de pintura desconchada… es Italia y así es como se respira este país, y a nosotras nos encanta. Eso sí, el contraste es tremendo tras haber visitado los cuidadíiiisimos pueblos alsacianos y alemanes!
La mini playa del pueblo está llena de mierda y es que la gente es muy muy guarra. Da bastante asquito meterse en la arena y nada te quiero decir bañarte.
Nos agobiamos un poco con tanto
calor y, sobre todo, con tanta gente, así que decidimos irnos a cenar pronto.
Otra cosa que nos sorprende mucho es ver en Tripadvisor que prácticamente todos los
restaurantes del pueblo (y son bastantes) están muy bien valorados… ¿en qué sitio
turístico ocurre esto?? El caso es que este tipo de aplicaciones creo que han
hecho mucho bien a la gastronomía, porque los propietarios se esfuerzan para
quedar bien puntuados..
Fuimos al Pirata de Vernazza y la verdad que las críticas le hacían justicia. Yo me comí un risoto con frutos del mare que me moría del gusto y de postre un café granizado con nata que me retrotrajo a mis tiempos de camarera en el Bar Casinet y a las horas que dedicábamos a preparar este maravilloso granizado. Gemma pidió carpaccio y no cenó tan bien como yo.
Para dormir nos subimos de nuevo al segundo arbolito, que ya estaba ocupado por otra furgo, pero había sitio para dos, así que allí que nos colocamos. Esa noche, entre el café, el calor y la juerga nocturna que retumbaba en todo el valle, yo no pegué ojo…
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